Se ve en el cielo,
en ese palidecer sin lamparones,
piel de membrillo, vello con olor a cobre,
dónde se alojará de noche
cuando el caudal de luz se haya agotado,
espero aún y seguiré esperando
aunque quizás nunca vuelva a verlo,
pocos son los que lo logran,
yo lo pienso sin más que de eso vive la imaginación
y a veces consigue más que la mirada,
una conformidad que acepta la incompetencia de los nombres,
con lo difícil que es tenerlo enfrente
e intentar que se acerque o no se asuste
cuando la voz lo reconoce sin atreverse a pronunciarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario