lunes, 24 de abril de 2023

Incluso a él, tan racional, aquel ruido nocturno en el pasillo, en el salón o en el vasar de la cocina le hizo pensar en su presencia, pero se engañaba, ella no estaba allí ni, aunque estuviera, podría oírla, pues los fantasmas no hacen ruido.

 



Se ve en el cielo,

en ese palidecer sin lamparones,

piel de membrillo, vello con olor a cobre,

dónde se alojará de noche

cuando el caudal de luz se haya agotado,

espero aún y seguiré esperando

aunque quizás nunca vuelva a verlo, 

pocos son los que lo logran, 

yo lo pienso sin más que de eso vive la imaginación

y a veces consigue más que la mirada,

una conformidad que acepta la incompetencia de los nombres,

con lo difícil que es tenerlo enfrente 

e intentar que se acerque o no se asuste

cuando la voz lo reconoce sin atreverse a pronunciarlo.

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