Ya es de noche
y en el aire resuena
el rezongar de las blasfemias
con que el arriero mezcla la cebada
para sus cuatro mulas de farol,
viene de muy lejos
y la agresividad de su cansancio se guarece
en la periferia de unas ruinas, arropado
por el vapor caliente de respiraciones animales.
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