Para el cuadro final usé un pigmento
de piedras trituradas,
sobre el crisol de pálido oligisto
no era fácil ver la sangre amasada con esfuerzo
hasta que un poco de saliva la hacía palpitar,
tres pasos, el primero
tender un velo de crucifixión sobre el paisaje,
luego lanzar el grito eli, eli, sin incluir la traducción
y esperar a que sirvan la infusión de hiel
ya rebajada con vinagre,
por último el lanzazo abriendo paso al manantial
de plasma coloreado, una broma
si se compara con el fuego de lava hirviente que aún le queda
a esta tarde de viernes tan alejada del ritual.
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