Es sólo un insecto revestido de ceremonial,
topacios y limaduras de esmeralda, todo
caparazón y fuego fatuo pronunciándose
contra la muerte corporal,
en esa actitud se le sorprende, va en progreso
como una sombra hacia el crepúsculo, busca
acaso una manera de lucir huyendo
de su mitología y convertirse en simple adorno,
nada valioso en sí, apenas bisutería religiosa,
y esa vida breve condenada a la quietud
él la investirá de una eternidad embalsamada
y la dejará sobre la arena ardiente como un precipitado
de si mismo,
después de hervir en llanto por un final tan engañoso.
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