Se me olvidó decir que estuvo aquí,
iba de paso, con su acostumbrado atuendo imprescindible,
quien la configuró con esas formas angulosas
conocía de sobra los resortes del miedo,
llevaba entre los dedos el diminuto incendio
de una baya de tejo a modo de linterna
para leer en el dintel el número favorecido en el sorteo,
su rostro va cubierto, no se puede ver a quién señala
con el vacío de sus ojos y no hace ruido al caminar
aunque pueda adivinarse su llegada
por el punteo imaginario de sus zapatos de tacón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario