Oye el lenguaje más elemental,
el carraspeo del cardo seco sobre la piel,
un dolor en esquema o la aproximativa forma
del tacto estimulado,
es verano, se nota el misticismo tosco de lo seco,
la luz a ráfagas que apenas deja ver
aunque lo excelso se adivina abocetado
y como cómplice de ocultación,
no más literatura sobre espinas punzantes
si ya en las yemas de los dedos está brotando sangre,
no más juandelacruz o zurbaranes
habiendo pieles vírgenes que aguzan los sentidos
para gozar de la punzada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario