sábado, 17 de junio de 2023

Hay noches en las que la voz del aire se vuelve ronca y vocifera nombres, fechas y rumores que nadie quiere ya escuchar, por eso hay tantas placas dispersas por ahí con el propósito de fijar memoria

 





Fue en el treinta y siete, en un verano

en el que no llegaron segadores hasta el mar del trigo,

uno decía: qué será de estas criaturas

agujereadas por el hambre, en el campo sólo hay avena loca 

y el coruscar de la cebada contra el sol,

se conformaban con mirar

el ronronear de los aviones, esos llevan el fuego dentro,

hacen arder el aire y la lana blanca del rebaño

se vuelve roja como fuego o sangre,

el intruso pinar, el robledal antiguo y los abedules

agrupaban su temor en torno al agua,

mientras el serbal usaba sus racimos rojos

para hacerse respetar por la metralla

que llovía del cielo.

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