Miro ese rumor sin ruido de la lluvia en el cristal,
las gotas se persiguen haciendo cierto ese decir vulgar
que obliga al pez mayor a comerse al chico,
la vecindad es un peligro, te hará temer el choque
inevitable de las ambiciones, yo a ti,
tú a él o a mí, a nosotros. mirad en el cristal,
la guerra del catorce, cualquier guerra, simples gotas de lluvia
devorando otras gotas, todo encaminado a la explosión final
de un corazón de acero que la tierra reserva para ti
como maternal regalo,
sólo gotas gordas quedarán, las que han robado tanta luz
que parecen las velas de un cumpleaños
y que tú has de soplar aún a sabiendas
de que explotará en tu cara el estribillo
que dejó en su huida la felicidad.
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