domingo, 18 de junio de 2023

Soy, dice el monte, y sigo siendo, aunque con alguna reticencia, avergonzado a veces de este impúdico collar de pinos que me impone su perfumada respiración, a mí que siempre imaginé los aires en estado sobrio e inodoros como el corazón del roble

 



Una secuencia

que va del despertar de un día de junio

hasta la meta horizontal de más allá del monte,

primero ves el sol a punto de deshacerse de neblinas,

porque en las nubes hay perseverancia, 

luego los ojos se entretienen con el brillo de alpaca

que festonea los cubiertos dispuestos en la mesa,

se inmola el alma del café sobre la asepsia de la loza y se dispone 

un discreto bagaje de optimismo antes de pisar la calle, 

la creación burlándose de ti en el marco

emancipado de un paisaje doliente aunque no dolorido,

el aire trae coplas de cuervo con harapos de un lenguaje

que se estrenó hace milenios, un racimo

de flores diminutas, algas de tierra dicen por aquí,

y el abandono terapéutico a la sombra de un tejo inaugural  

que exhibe una nudosa memoria de elefante.

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