La herida abierta
en la tierra de labor no suelta sangre,
se ha practicado un surco desigual, se buscan
las patatas de indumentaria roja, las primeras,
traen el sueño en los ojos estas hijas de Perséfone,
creían en la promesa de una eternidad
aterciopelada de susurros, nunca imaginaron
este desventrado cementerio de huesos blandos,
por eso las entrañas humean la profanación,
algo caliente para desalentar la muerte que progresa
con su pereza medieval entre cadáveres
con el sueño cambiado, ni siquiera
el requiescat sagrado se respeta.
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