jueves, 19 de octubre de 2023

Caminó sobre brasas, usó como colchón el alma de los cardos, entrenó a su corazón en la abstinencia cuando el oxígeno era escaso, llegó incluso a alimentarse de la harina que obtenía tostando al sol los saltamontes; lo que no logró jamás fue controlar el miedo que le producía imaginar una cuchilla sobre la palma abierta de su mano

 




La herida abierta

en la tierra de labor no suelta sangre,

se ha practicado un surco desigual, se buscan

las patatas de indumentaria roja, las primeras,

traen el sueño en los ojos estas hijas de Perséfone,

creían en la promesa de una eternidad

aterciopelada de susurros, nunca imaginaron

este desventrado cementerio de huesos blandos,

por eso las entrañas humean la profanación, 

algo caliente para desalentar la muerte que progresa

con su pereza medieval entre cadáveres

con el sueño cambiado, ni siquiera

el requiescat sagrado se respeta.

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