Ando por ahí,
desentierro raíz, cualquiera que me vea
pensará que cojo setas, sin rigor, de forma atolondrada,
ellas se hacen ver como palabras acabadas de nacer,
huelen a deidad que no se lava, podría ser por eso
que algunas son mortales y acarrean la muerte,
yo miro al sol, me ofusco, ya no confío
en hallar palabras altas, adivinadas, de esas
que sirven para urdir textos sagrados,
cuando llueve suele ser en forma de pedrisco,
su sonido bendice la inevitable destrucción,
hablamos de roturas, de agujeros, de defoliación del árbol
secretamente original que nos quedaba
del olvidado paraíso.
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