jueves, 5 de octubre de 2023

Fue él, se le vio con el hacha, silbando alegremente para disimular, llevaba en la oreja un diminuto lapicero con el que pretendía copiar en vivo todo el resto del mundo, lo que por capricho se salvara de la furia vengativa de su hacha; fue él, seguro, aunque ninguno se atreverá a testificar; se publicará la crónica y ni siquiera aparecerá como imputado

 




Ando por ahí,

desentierro raíz, cualquiera que me vea

pensará que cojo setas, sin rigor, de forma atolondrada,

ellas se hacen ver como palabras acabadas de nacer,

huelen a deidad que no se lava, podría ser por eso

que algunas son mortales y acarrean la muerte,

yo miro al sol, me ofusco, ya no confío

en hallar palabras altas, adivinadas, de esas

que sirven para urdir textos sagrados,

cuando llueve suele ser en forma de pedrisco,

su sonido bendice la inevitable destrucción,

hablamos de roturas, de agujeros, de defoliación del árbol

secretamente original que nos quedaba

del olvidado paraíso.


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