miércoles, 18 de octubre de 2023

Siempre conservó su dignidad, acudía a la tarea con la ropa de labor reglamentaria; mucho debió sudar bajo aquel sol y aquella indumentaria, pero su mirada estaba fija en el montón de trigo que consiguió ventear en la jornada y que en la tarde, al declinar el sol, brillaba como un oro familiar en medio de la era

 




Algo dijo que no llegué a entender,

en sus labios bullía el escozor del braille,

una margarita deshojada en la periferia de un lenguaje

que siempre queda a un paso de la definición,

me puse la mano en el oído para hacer pantalla,

no fui capaz de acostumbrarme a su mudez, quería oír 

lo que sus ojos y sus labios deletreaban

sobre imaginarias teclas negras,

su mensaje pasó a mi lado, tal vez sonó mi nombre,

las mismas letras que empleó para decir no sé

o lo he olvidado,

las letras, esas eternas mercenarias.

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