lunes, 30 de octubre de 2023

El maestro cantero quiso burlarse del deán, le habló del monumento con palabras tan altas que se perdían en la niebla, ni siquiera las clases de latín fueron de ayuda ante tanta elevación; para entender, le dijo, hay que acceder antes a las entrañas de la piedra; le echó piedra molida en el café y, al carecer de dientes lo tragaba todo sin entrar en masticaciones enojosas

 




Nos queremos mucho,

proclamaban, recorremos juntos

un camino singular, el agua, la nostalgia, los olvidos,

todo a medias aunque sin cortar en trozos,

a veces uno le decía al otro:

el dolor cómo lo quieres, con jengibre

o con ralladuras de limón,

y se quedaban mudos mirando hacia lo alto;

un día el mal de piedra los sorprendió dormidos

y así los perpetuó, cursis y austeros,

en el transepto de la catedral.

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