En mi paseo por el monte
encontré un pañuelo prendido como flor en un espino albar,
quien lo perdió sin duda lo estará llorando,
en él está estampado el cosmos,
un naif remoto cargado de color azul
dibuja un escenario donde los astros se eternizan
contemplando el tiempo perezoso,
el sol con la sonrisa helada por la perplejidad,
la luna y los planetas protagonizando una comedia bufa,
son malos actores que se miran demasiado a si mismos,
en la periferia de los ángulos
dos o tres galaxias metamorfoseadas como canes,
osos o carneros de muy dudosa identidad
maltratan las entrañas de la mitología,
mirándolo me siento bien,
vuelvo a tener a mano el mundo asilvestrado
y lo conservo en un rincón a salvo de miradas indiscretas.
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