martes, 10 de octubre de 2023

Ni siquiera leyendo se borra el escozor, esas piernas inquietas, la puñalada blanda de los nervios desenfundados, deberían los dioses liberar a Prometeo y consultarle sobre los últimos avances del pathos despojado de piel; no dudaría ni un segundo, les sentaría en círculo y les obligaría a mantener quietas las piernas en medio del enjambre

 




Se ha reído el conserje

y ha señalado la escalera,

en el hall hace calor, se nota

el olor a productos de limpieza

sobre una sensación de suciedad,

sigue resonando el tren en tu cabeza

mientras el sueño flota sobre tu cansancio

como un buitre ahíto de carroña,

esa luz amarilla, la pantalla

de falso pergamino 

y el teléfono

de disco 

te hacen retroceder algunas décadas,


ojalá fuera posible alterar el destino

y verse libre de este mono naranja

que te identifica como prisionero,

aunque es hermosa la cicatriz

que ha dejado en tu piel

el espolón de la memoria.

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