Cualquier ciudad nos serviría,
en eso todas las ciudades son iguales,
sus murallas hablan de violencia exterior,
nunca dentro arde la guerra, los otoños
trascurren en los árboles frondosos con suavidad,
no hay sangre en los manzanos, la reineta es verde,
también lo es la esperanza, dicen,
yo no lo creo, miro la inclinación de los periódicos,
el tono amarillento de la radio, el vaivén de las hojas
que vomita la fotocopiadora, todo igual, sembrado
de abrojo coloquial, de arpones virulentos,
mantengo en duda la esperanza, a lo sumo acepto
una adiestrada sumisión a la sintaxis bárbara
de conversadores que se dan la espalda.
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