Entre el azul de la caliza
las grajillas hablan del futuro con desdén manifiesto,
hay un eco temblón mezclado con el susurro del torrente,
nadie se atreve a pronunciar un nombre
por miedo a convocar el mal sobre sus sílabas finales,
se habla bajito, antes decían se habla quedo, con temor,
las cosas acobardan con su despreocupación,
pero somos nosotros quienes imploramos la protección del camuflaje,
lo pedestre, lo que se atreve a caminar se expone
a ser mirado como enmienda al canon de la uniformidad,
buscamos apropiarnos
del silencio sensible de las piedras
que siempre están ahí pero prefieren
no afrontar la aventura del lenguaje.
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