sábado, 30 de septiembre de 2023

Muchos siglos más tarde alguien trataría con humor aquel carácter pendenciero, haciendo burla del valor con el empleo de una estrofa de pie quebrado; pretendía así poner a Aquiles en el brete de correr tras el rapsoda, con el riesgo de dejar en evidencia la debilidad de su talón y echar por tierra todo el esfuerzo de su madre por prolongar su inmortalidad

 





Le observaba a él, -a sí mismo-, en el espejo,

complexión de atleta, suposiciones anatómicas

de lo que debe ser un héroe,

padecía de luz, con la miopía de los que miran

sin disimulo su reflejo en superficies lisas, 

pared, coraza, escudo, incluso en las hebillas de las grebas,

no le falta valor, se mide con lo mejor, sin competencia,

su espada ya conoce los secretos de los corazones más osados,

entra armado hasta las gradas del altar

e increpa con altivez a las estatuas de los dioses,

quiere saber si existen límites, si es mejor la vertical

del precipicio o la llanura de la playa 

para enfrentarse a su destino con rictus despectivo,

aún sabiendo que la muerte siempre corona al vencedor.

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