Se oyó decir: la templanza es una tregua amarga,
se hace en tiempos de abundancia
para dejar en simple aviso las amenazas de la edad,
mira esa lámina renacentista:
los ojos duermen con los párpados abiertos
y un rumor discontinuo sale de ellos
como las líneas analógicas de una definición,
se dice sin necesidad de parlamento lo que se ha de mirar
y a qué distancia han de proyectarse los esfuerzos
recientemente descubiertos de la perspectiva,
sabemos que a toda forma bella se le debe un reconocimiento
pero la mirada se ha de reservar para el prodigio,
para aquello que sin renunciar al ruido de la muchedumbre
prospera sólo en el silencio.
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