martes, 5 de septiembre de 2023

Era capaz de leer a Píndaro o a Horacio con soltura y dar cadencia al breve-larga del hexámetro dactílico, los agujeros de la vejez en las paredes los taponaba con maché de hojas de menta, pero de la ventana continuaba saliendo una fragancia musical que los profanos confundían con el parloteo de los pájaros cuando los huevos eclosionaban y caían del nido las cáscaras vacías

 




Al final de la página dejó escrito: 

"todo este vidrio mental", sus manos no se ven, 

mantienen la tensión de la escritura, luchan

contra el espesor de la costumbre

como si esperaran conseguir una victoria sobre el cielo,

para qué un cerebro de materia blanda si la realidad es dura, 

no será mejor triturar el vidrio de la tradición?

aquí estuvo mucho tiempo pero apenas echó raíces,

tuvo miedo de crecer, para eso es necesario hacerse un sitio

suficiente entre espinas,

aún se le recuerda envuelta en lana en el verano,

el reverbero del sudor y los temblores de la voz con fiebre

cuando hacía la salutación a los gorriones

desde la baranda del balcón.

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