lunes, 11 de septiembre de 2023

Vuelves del tanatorio sin saber a quién velaban, tocado de humedad como salido de ese mar de ausencias que se organiza en minifundios en torno a un cartelillo con un nombre de recuerdo difícil; sales y ya todo es olvido o calma, ni siquiera inquietud por no saber; se va escribiendo un libro con mensajes, se habla en susurros sin haber enfermos o durmientes a los que pudieras despertar

 




La vida es el relato

del avance del virus, la culminación de su periplo

dentro de nuestros límites,

hasta aquí se llega, dices, y se desata el nudo,

luego piensas: y para qué soltarlo

si el nudo es conjunción, no tregua,

más allá que cada cuerda mida la distancia,

lo que pueda abarcar el pensamiento suspendido 

                                             como luna de invierno,

das miedo ahí, colgado entre la brisa yerta

y la trasparencia del cristal, enfermo de lenguaje

practicado a solas, pensando en algo

que le dirás al enfermero cuando empuje la camilla

hasta la orilla irrenunciable.

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