Llegaba en oleadas por los brazos
como el hervor en frío de los nervios,
envoltorio de alambre o calentador de lana por las piernas,
esa caricia desalmada llena de indisciplina
te hace sentir el nerviosismo de la célula y escarbar con el pensamiento
como si fuera una herramienta de carpintear, virutas,
polvo respirado, angustia de recorrido circular,
no es algo previsible, miedo a estarse quieto
bajo el hormigueo de la plaga, la luz en crudas ráfagas
y por encima de todo, repitiendo el furor de un relincho,
esas crines salvajes de caballo pánico,
sin estruendo de cascos, insidioso, igual que el miedo agazapado.
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