viernes, 22 de septiembre de 2023

Bajada lenta por la pendiente, contemplando manchas de color, trígono salvaje entre el arroyo, el retamar, la chimenea volcánica y el geiser secuenciado que de vez en cuando se motiva; llevas en el bolsillo alguna piedra del lugar alto, está prohibido, te lo recuerda el olor a azufre que te dejó en la nariz la última lectura de Dante y su inquietante Beatriz que se negó en redondo a acompañaros

 




Siete días sin ser ni estar,

acaso sea esa la causa de tanta desazón,

los hilos de esa tela del alma avejentada

por lejías y excesos en el cordel del tendedero,

alta como vereda de rebeco

reconfortada con el verde del enebro salvaje

tan pegado a la tierra que se diría terrenal, no fruto

de volanderos arrebatos que lo elevan al sol como si fuera

un tributo a los ídolos locales,

por eso pides hoy que no haga frío, que prosperen las bayas

de fuerte olor azul, que se maceren en alcohol del cuatro, 

y que podáis celebrar el alma y tú, sonámbulos,

un reencuentro entre la bruma perfumada

con la tristeza malva de ese falso azafrán 

que suele coincidir con el adiós de los pastores.

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