viernes, 15 de septiembre de 2023

Háblame, que alguna voz siga sonando, que se estremezca el vidrio en el vasar, que no se escuche el rechinar de dientes; háblale, que te siga amando por la voz, que los orvallos de tu ausencia sigan humedeciéndole las manos, que no vaya a dormir sin escucharte, que dure ese sonido hasta que se seque el tuétano del tiempo

 


                                       (durante muchos años fue Revista Comarcal, ahora, 

         con metástasis, decide recluirse, sin una medicina que le de confianza)


En tierras altas fue reguero,

no arroyo montaraz ni río de abundancia,

tuvo vigencia en tiempo seco, dispersó rocío por los valles,

amamantó y acaso hasta redujo seculares hambres,

-suele ser difícil amoldarse a los paisajes de la niebla

cubiertos de crespón y con ribetes de guadamecíes amarillos-,

fue la voz de una memoria correosa, el gregoriano

popular de lo difunto, algo que ya a nadie interesa,

suena a molde vacío, a alfarería sin alfar,

cuando se agote el manantial apenas quedará el barro amarillo 

con huellas muy profundas de las vacas que se acercaban a beber,

y la sed, siempre quedará la sed.

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