Más que fruta vende voz
la furgoneta del frutero, su megáfono
remedia la dependencia de homilías de la zona rural
o la escasez de curas que se encaramen en los púlpitos,
pregona barrio a barrio la perfección formal
de unas piezas insípidas impropiamente conocidas
por nombres no fijados en el antifonario,
lo redondo es de dios, proclama, al igual que lo oblongo
y lo alargado,
una explicación: el aire sintético se obtiene por mímesis
en los pulmones blancos de los invernaderos,
nada material los alimenta, la sesiones de música
reducen a proporciones mínimas los grados
de impertinencia y acidez,
si aparece la angustia habrá de ser tomada
como un peldaño más hacia la gracia,
al dar el primer paso sonarán las trompetas
y lloverán manzanas sobre el azufre perfumado
del apocalipsis,
tan sólo unas monedas os separan
de la unidad que anuncian los mercados.
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