martes, 12 de septiembre de 2023

El geólogo llegó hasta el Rodabal con una recua de acémilas cargadas de artilugios nunca vistos, un garañón llevaba el teodolito terciado sobre el lomo; él acaparaba la atención por la función desconocida de la herramienta que de algún modo recordaba la crucifixión pagana de los lobos y su exhibición por la comarca para cobrar el "óvolo mellado"

 





La ofrenda es eso, apoyar la desconfianza

en la inestable alfombra de los sueños,

olor a almizcle y al óleo de la unción, qué gratos recuerdos

deja la indigencia, nueces vacías para amenizar la espera,

el compás de la escalera mística, tres banzos cada vez

y arriba una luz vivísima llamando

a cada cosa por su nombre, tú y tú, y tú también

que te camuflas en la sombra,

fuerte es el dolor que no se aplaca con plegarias, 

moscas y sangre seca sobre la piedra del altar

ya desde la primera luz, espabiladas por el olor a acónito,

dispuestas a resistir hasta el final

pues saben que la gula de los dioses deja siempre una cenefa

de hartura y desperdicio.

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