Queda un dolor,
la huella dúctil en la cera de lo que tuvo vida,
has presionado ahí,
se percibe una rápida respuesta, todo amontonado
en ese punto de la piel, el lunar salpicado que recuerda
un verano libre
y el ardor del desnudo junto al agua,
éramos guerreros imprudentes que se despojaban de las armas
para sentir el riesgo en la epidermis,
ese es el dolor que vuelve ahora no como sensación
sino como memoria,
bajas esa escalera como quien se acerca
con audacia a las olas, aún reconociendo
que no sabe nadar.
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