Era un racimo de ojos brillando en la penumbra
y unas tijeras los iban separando,
qué verán ahora fuera ya del vaivén del oleaje,
qué recuerdos seguirán mareando su horizonte,
entre la niebla sigue sonando alguna voz
con el acento familiar del otro lado,
no entienden nada, ni siquiera
las siglas en inglés de algún megáfono
con sonido oxidado o el silencioso amor de las brigadas
de chaleco rojo que les conducen hacia tierra firme,
una manta de oro para el frío
y el brillo de marfil de una sonrisa,
eso es todo por hoy,
lejos, muy lejos queda la promesa de regresar cargado
con el lastre amarillo del imperio.
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