Esperando el frío de noviembre
me paro en la explanada, veo que las espinas
del zarzal escriben crónicas absurdas sobre la felicidad,
en la radio se habla de la guerra, por qué, su duración,
el peso aproximado del escombro,
las banderas añaden a sus colores ancestrales
el color de la sangre, ¿más roja aquí o allá?,
desde la distancia
el sol convoca a los mercenarios de la nieve,
nevará en el infierno y sobre las casas se alzará un humo negro
como una oración contaminada de rencor,
yo sigo en la explanada subjuntiva del verbo ser
tan irregular y agujereado
que apenas logra conjugar el obituario
del futuro imperfecto.
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