lunes, 13 de noviembre de 2023

A él no le contaron que en aquellos años el dinero era un embuste que la gente de monte no aceptaba; el viaje a la ciudad se lo pagaron al arriero con varias pieles de alimañas a las que dejaban garras o pezuñas como afirmación de autenticidad; también su carne se colaba a veces en las cocinas después de superar los términos de escarcha, humo y apaleo a los que debía someterse toda carne de dudosa procedencia

 





Dolor arriba y ascendiendo, 

no pesa ese bagaje de comedor, 

la sombra arracimada de la parra

en el patio de luces con las mesas 

jugando al ajedrez sobre un tablero de gres fenicio,

plomo y ceniza en los mediodías polvorientos del verano,

se pasa la manguera y todo vuelve al desnudo adolescente,

una foto casual, sillas de hierro y el gesto algo cansado

ya a los postres, oliendo el abandono del café,

contaba unas historias increíbles, relatos amputados

a la frondosidad de los periódicos

con promiscuos adornos para despabilar el sueño,

la sombra del negrillo agujereada de grafiosis

no es capaz de competir con algo

que tiene forma oscura, pero apenas alcanza

la opacidad maciza del dolor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario