martes, 21 de noviembre de 2023

Durante varias horas haces lo mismo que la rueda del coche, rozas apenas una realidad que se desliza, la lámina de asfalto es diferente a cada paso aunque repita su apariencia, igual que las palabras que revolotean en el habitáculo como jilgueros enjaulados, lo mismo que la música que libera el artilugio del penn drive; un centro del mundo giratorio te hacer sentirte referencia de cualquier punto cardinal, hasta que el avisador del combustible te hace despertar para buscar en el horizonte el menhir que señala un abrevadero ocasional

 




Acaso el número te haga desistir,

el número infinito, ese brote de espino

que se adentra en el aire con ademanes de director de orquesta,

la matemática es abismo 

y si te asomas nunca volverás a ver cosas exentas

del artificio numeral, el dedo apunta y dice

uno, dos, setenta y ocho y se detiene, 

no es que no quiera seguir, es que se queda

mirándose a si mismo, sabe contar, expulsa número

como un volcán ceniza, sus burbujas ascienden

con eficacia colectiva, sucesión o cadena,

se miran en el mismo espejo y entrechocan 

una sola copa que todo lo reduce a la unidad.

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