Quiso nacer así la mano, dolorida
y como amenazada por el abandono de la voluntad,
así, mirando hacia el vigor de esa otra mano
de la que emerge un dedo dictador,
o tal vez sólo constitutivamente más potente,
las manos nunca llegan a tocarse, vibran como los polos de un imán,
se aproximan sin rebasar un cierto límite, conociendo
la impedancia que implica la otredad,
los escarceos del furor eléctrico en el terminal de sus antenas,
no todo es carne ni siquiera un conato de anatomía libertaria
tendiendo escalas engañosas entre mundos de cánones distintos,
si así fuera, -carnes vecinas confabuladas en la misma empresa-,
habría posibilidad de que llegaran al punto ciego del interruptor
dejando en nuestras manos el fiat lux de la leyenda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario