miércoles, 29 de noviembre de 2023

Para alcanzar mi edad no sueñes con remontar eternamente tus cumpleaños; sigue mis pasos, pero dejando huellas diferentes; yo era electricista y para remediar mi artrosis manipulaba sin defensas los cables ya pelados, y esa sensación de fuego fatuo entrando a chorro por los dedos me hacía ver la luz en el extremo, como la coronación brillante a las historias que la catequesis proyectaba sobre nuestros cerebros lerdos; y así hasta los cien, y ya veremos

 




Quiso nacer así la mano, dolorida 

y como amenazada por el abandono de la voluntad,

así, mirando hacia el vigor de esa otra mano

de la que emerge un dedo dictador,

o tal vez sólo constitutivamente más potente,

las manos nunca llegan a tocarse, vibran como los polos de un imán,

se aproximan sin rebasar un cierto límite, conociendo

la impedancia que implica la otredad,

los escarceos del furor eléctrico en el terminal de sus antenas,

no todo es carne ni siquiera un conato de anatomía libertaria 

tendiendo escalas engañosas entre mundos de cánones distintos,

si así fuera, -carnes vecinas confabuladas en la misma empresa-,

habría posibilidad de que llegaran al punto ciego del interruptor

dejando en nuestras manos el fiat lux de la leyenda.

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