jueves, 2 de noviembre de 2023

Ármese usted de soledad y elija para su paseo cotidiano esa carretera muerta que faldea la desazón de una montaña sin señal en los mapas ni mención en los registros geodésicos; haga visera con la mano hacia ese lado, la espiral de los buitres, la perezosa lámina del cielo de cinc plomizo, los alardes de la caliza amotinada contra los olimpos oficiales y el sonido deshilachado de campanas que el viento arrastra para que todo el mundo sepa que hoy es el día de difuntos, ándele con la noticia

 





A mi lado apareció un ciclista,

iba cuesta arriba con el jadeo secuencial de un geiser,

me roció con su esfuerzo y puso

algo de desasosiego entre mis pasos de espectador impávido,

apenas me llegó su voz como sacada

de la concavidad de una ola marina,

la soledad se nota más

cuando en la empinada carretera se dibuja a lo lejos el ciclista,

te persigue con movimientos de gusano

contagiándote un desconocido ardor entre las ingles,

te sobrepasa y se va haciendo cada vez más pequeño

hasta acabar evaporándose lo mismo que una gota de sudor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario