sábado, 11 de noviembre de 2023

Hoy se ha consumado el sacrificio de un animal ruinoso a la pujanza de los inmortales; ellos son de mármol esculpido, de leyenda cincelada en piedra y sus hazañas nunca pasaron de la traición o la rapiña entre pares; al animal, en cambio, lo ha consumido la domesticidad y ninguna verónica ha ofrecido sus lienzos para grabar en ellos la desesperación de su ojos oscuros, en los que ninguna luz quedaba ya






Los casi diez minutos que duró la espera,

la rigidez del gesto, el mimo blanco

sobre el trípode de las adivinaciones,

al final llegó el pájaro con su desconfianza familiar

abierta a todo como un rosal de mil espinas,

no se escuchó el suspiro ni se aceleraron los latidos en la piel,

seguía el mimo con su cara blanca,

la desesperada espera del no pájaro, 

-cualquier matiz emocional provocaría el desmoronamiento-,

la ropa vuelve a ser de calle, los ojos se distraen

y entre las ramas vuelve a ser el gorrión quien se declara agradecido

por los granos de alpiste que dejaste sobre la liga-trampa

destinada no a él sino al jilguero.

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