lunes, 20 de noviembre de 2023

Desarraigar es eso que se hace cuando el valor sólido se pierde; hay una breve primavera en la que las raíces bajan al reino de Perséfone, cuando llega el verano su presencia se mide por la pujanza de las hojas, luego por la flor y las semillas, -a veces hasta por el fruto-, pero el invierno es solo nieve, memoria encanecida que prefiere volver la vista atrás, aún conociendo el riesgo de quedar petrificada como le ocurrió a la desobediente y compasiva mujer de Lot

 




Aquí hubo nieve, queda aún el resplandor,

el color se confunde, del empacho del clima quedan trazos

en el umbral, suena a vacío el mundo, 

fuera flota una voz como una espuma vieja,

debe ser un grajo, la curiosidad del color negro

siempre se hace notar en días claros,

pero debemos irnos, queda lejos la seguridad

y acaso nunca la alcancemos,

si miramos atrás es que no amamos el futuro, 

que nos conformamos con un presente eternamente repetido,

qué olor a pino en esta soledad, el frío lo condensa

o es que ya sólo queda este sentido,

que nada se conserva salvo el olor, un artificio de la memoria 

para que la ausencia de las cosas sea tomada como un tropos,

una forma retórica de adorno.

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