Heme aquí,
igual que un personaje de parábola que mira y calla,
me he sentado en un banco de piedra, a las afueras,
y a mi lado se ha sentado el tiempo,
ni siquiera nos miramos,
nos basta con saber que cerca hay alguien
inmune al general aburrimiento de las horas,
atrás quedó la conversación con sus zarcillos
de enredadera, ella ata y desata lo que siempre fue libre
y se adelanta a los colores de estación
como un pedante en las reuniones,
afortunadamente el tiempo calla,
es capaz de conjugar edades sin alterar el rictus,
lo que importa es el prisma, pienso, no la realidad,
él ni hace ni deshace, se conforma
con el espectáculo del mundo, lo mismo que Pessoa.
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