jueves, 30 de noviembre de 2023

Pegado en el cristal del super aparecía en dinA4 un décimo de lotería, los ojos achinados de los ceros, la endeblez del uno, justo en el centro, un cuatro y un siete, todos con un ingenuo rictus de avaricia; poco se sabe de la suerte, salvo que está enferma de cáncer y el tratamiento la convierte en calva, suele ir vinculada a algún defecto físico, como torcer la vista o exhibir un irregular abultamiento de la espalda; a pesar de todo aquí se sabe que nada va a tocar

 




Ruidoso celofán para ese sueño del final feliz,

tirar despacio del extremo, bordes anchos de llaga

sujetos con cinta adhesiva, sangre verde como atrezo

de un ciclo vesperal, se espera que algo aun no nacido llegue

a nosotros con milagro, no será real pero se esfuerza

en superar el trance, suena la música lacaya 

de lo que va a venir, las tubas de latón y la madera

de algún violín demótico, nadie habla ya ese idioma

salvo para hacer temblar el alma, las iguanas

de la imaginación son los dragones de las antiguas fábulas,

cualquier felicidad cabría en el pocillo

en el que saboreamos el aplauso,

acaso Calderón se atreva a reescribir sus autos

y nos obligue a la elegancia de la ampulosidad

para que miremos en silencio

a los que pueblan con su expectación

los graderíos del teatro.

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