viernes, 1 de diciembre de 2023

Alguien pulsa el botón, se pone en marcha la imparable cinta trasportadora que trae los equipajes, bolsos, maletas, envoltorios, valores sin valor de un contrabando que no hay que declarar, fanfarria de aluminio y serpentinas de heterodoxo espumillón; de esta pandemia nadie quiere salvarse porque casi nadie sabe que la padece o cómo protegerse de ella; se confunde el culo con las témporas y resuena con alegría el eterno villancico que viene a recordarnos cómo suena la caja registradora de Pink Floyd

 




Qué trae de nuevo

esa claridad surgiendo de una noche impropia

a la hora nona subyugada por anecdóticos prodigios,

cómo hace la luna para coincidir y hacerse un hueco

en el estaño sin pulir del cielo,

vendrá enlutada también como las tres marías

a reunirse con el sol de Arimatea, algo viejo ya

y cansado de mantener en alto la ilusión de su prestigio,

deberá él como la luz volver atrás, fajarse

con la tozudez de las tinieblas

para acabar llamando navidad a esto

que pende de unos postes similares a los de una vulgar crucifixión,

será posible renunciar y aceptar la ceniza

como un remedio bebedizo contra las digestiones imposibles?

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