Dejar temblando el árbol,
no podar, es suficiente con que vea el hacha,
que el sinsabor de la amenaza recorra sus arterias,
es un árbol, no podrá escapar ni denunciarte por agresión o acoso,
dale tiempo para que se sienta tan inseguro como alto,
de sus ramas aprenderán los pájaros,
jamás querrán armar su nido en ellas,
el sambenito llegará temprano y teñirá las hojas de amarillo,
relapso, hereje, que tu carne ignore el beneficio vegetal y prenda
con los rigores del verano de esta extraña religión del clima,
no dar tregua a la sed, rumor de manantial lejano,
desperdicio de fugitiva caridad, los dedos
estrangulados entre pinzas, madera, sólo eso serás
y nunca noble, que tu savia es la sangre marrana
y por su culpa crecen los álamos torcidos.
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