jueves, 21 de diciembre de 2023

Vi los ojos del pastor, bizqueaban a pesar de la protección de la visera, escudriñaban un plano lejano entre la niebla y de vez en cuando azuzaba a los mastines que venteaban en la misma dirección; se sabe que con niebla los sonidos se mezclan con el vaho y son intraducibles; es por eso que el pastor nunca pronuncia la palabra lobo en esos días, y menos estando convencido de que las cosas necesitan la humedad de las palabras para alcanzar la solidez

 





Al principio en el aire está el aullido,

el lobo llegará después, certificando

lo lenta que es la creación de sensaciones,

cuesta tanto imaginar el rumbo

que tomarán las cosas una vez liberadas de la amniosis

del primitivo instante,

habrá formas flotando en el esperma fundacional de nuestros sueños,

asomará los ojos el anuncio de un miedo adolescente

al que daremos forma y sentiremos

cómo el vello se eriza al recordarnos el hirsutismo original,

pero sólo habrá lobo si miramos al fondo de esos ojos

y dejamos que la informal criatura se revista

con el disfraz de nuestro propio miedo.

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