Tengo aún los ojos
en ese memorial, algunas veces
el fósforo dormido prevalece sobre la oscuridad.
se puede ver un verbo, siempre el mismo,
escrito en la portada del cuaderno
dentro de un círculo de hojas de laurel,
un profesor me preguntó por aquel símbolo
y me obligó a ofrecerle una completa traducción.
lacessit,
una singularidad indicativa y solitaria,
no hay daño en el futuro, sólo algunas cicatrices
endurecidas y alejadas del alboroto de la sangre,
yo recordé un pasaje liminar de bello gallico
escrito en la corteza de abedul
bajo el que César se sentaba a descansar tras la batalla,
sus sueños alejándose con el rumor del agua
pero en la cera blanda persistía
aquel verbo coronado de helechos verdes
con gotas de sangre forastera
que yo traduje así: nadie en mi casa me hizo daño.
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