Ayer quise coser tu corazón
con el hilo viscoso de una tela de araña,
no tenía hilo quirúrgico, ni agua estéril,
ni morfina o metáforas
para anestesiar tanto dolor como manaba
de tus carnes abiertas,
no pude darte de beber ni poner sobre tu frente
un paño humedecido con agua del Jordán,
ellos usan el agua para regar un odio cultivado
en los invernaderos del infierno,
hoy he querido incorporarte en tu camilla mancillada
para enseñarte el sol de un nuevo día,
pero encontré tus ojos ya cerrados
y la esperanza ensombrecida bajo el polvo
de esta prisión sin rejas.
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