Hablo con él. con ella, con las cosas,
invito al aire a posarse a mi lado
como si fuera un gorrión asustadizo,
elijo un nombre a quien hablar
y pongo en él mis complacencias,
entonces me pregunto: eso es obrar con sensatez
y la sensatez de qué me sirve a la hora de la contemplación,
los ríos pasan, atraviesan topónimos distintos
antes de agotar el territorio, no se llaman así pero transigen
con tal de atravesar indemnes una concurrida soledad,
un simple indicativo para usar en momentos oscuros,
lo mismo que la ropa,
más tarde cuando comienza a anochecer
los nombres suenan de otra forma
como si hubieran olvidado el vínculo
que los liga a las personan y a las cosas.
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