martes, 26 de diciembre de 2023

El último vestigio de la tapia era un montículo de piedras manchadas de arena y cal; en aquel lugar los muros no se alzaban con cemento, y cuando la vejez los derruía se los dejaba así, caídos, para que no faltara espacio a la sufrida población de los difuntos, a los que se negaba libertad para poder vagar a conveniencia sin veto de lugar o tiempo

 





Hablo con él. con ella, con las cosas,

invito al aire a posarse a mi lado

como si fuera un gorrión asustadizo,

elijo un nombre a quien hablar

y pongo en él mis complacencias,

entonces me pregunto: eso es obrar con sensatez

y la sensatez de qué me sirve a la hora de la contemplación,

los ríos pasan, atraviesan topónimos distintos

antes de agotar el territorio, no se llaman así pero transigen

con tal de atravesar indemnes una concurrida soledad,

un simple indicativo para usar en momentos oscuros, 

lo mismo que la ropa,

más tarde cuando comienza a anochecer

los nombres suenan de otra forma

como si hubieran olvidado el vínculo 

que los liga a las personan y a las cosas.


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