sábado, 23 de diciembre de 2023

Desde fuera unos ojos miran lo que ocurre tras la gran ventana, hay una multitud que gira en torno a la lámpara central, la luz perfora la negrura de la noche, hay manjares inútiles que nunca encontrarán al comensal que haga justicia al hambre, hay música sin nadie que la escuche, hay donativos y hasta migajas caídas sobre el mármol, por doquier brilla el marfil de las sonrisas, pero se hace necesario que un experto en idiomas traslade hasta los ojos que miraban una explicación satisfactoria

 

    


                         habrá que recordar aquello de

                         "escribir poesía después de Gaza es un acto de barbarie"


Si te invitan a comer

discúlpate y diles que acaso en mejor ocasión, 

ahora tu hambre viaja en la bodega

de un barco de rescate que trasporta miedo

 y apenas ha empezado tu jornada de guardia,

si viene a ti el embajador y te abre

el portón principal por donde acceden los coches oficiales

no intentes traspasar esa frontera, 

dale una excusa diplomática, p, ej, que el sol se ha retrasado

y él tiene preferencia,

no olvides que tu sitio está en el sótano 

donde es difícil distinguir heridos de cadáveres,

si te invitan a un coctel y levantan las copas celebrando

una mentira universal, no bebas,

que exploten las burbujas reforzando los villancicos de la guerra,

pero nunca eleves tu mano con sus manos,

que tu alma -es un decir- no se inmiscuya

en asuntos de sangre, aunque no acabe nunca

de suturar heridas.

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