Esa voz
que duramente cruza el túnel, se arrastra,
asoma fuera, lo vuelve del revés y nos lo muestra
como una escolopendra luminosa,
pero el veneno permanece,
se coagula dentro y la montaña
ya no se siente en paz,
la tierra tiembla y los aviones son su respiración,
las bombas son sus lágrimas
y algo me dice
que seguirá llorando el cielo
mientras no se celebre el funeral.
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