y así, pasito a paso, llegó a dejar sin llanto sus dominios,
lo mismo que en Guernica no quedó para llorar ni ojo ni garganta
Deja ahí la espada
y emplea el mismo trapo
con que te secas el sudor para limpiar la sangre
que oscurece su hoja,
es sólo sangre de animal
al que dejaron adoptar la forma
de la raza elegida por Yahvé para renovar el mundo,
ellos son tantos que podrían ahogar nuestros jardines
como la arena del desierto,
que mueran antes del amanecer,
que no distingan el día de la noche
y que su llanto
llegue a confundirse con el aullido de los perros.
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