domingo, 12 de noviembre de 2023

Por favor, no interrumpas, ahora que la campana ya descansa y el silencio campesino vuelve a arrastrar sus hábitos de monje por la aspereza del paisaje; se sabe aquí que la campana emplea voz distinta para anunciar dolor distinto, este de hoy se nos antoja de confabulación, dos fechas tan cercanas que podrían parecer un matrimonio resumido en calendario, cada cual mirando hacia su lado, con actitud de estatua gótica que solo a sí misma debe una sonrisa






De ahí viene ese amor,

un obituario lo ensalza como égloga anacrónica,

presume de tener una mirada fría capaz de modelar el hielo,

parte del estrépito animal, lo domestica y lo convierte

en contemplación, nunca teoriza

ni especula con la claridad, guarda silencio

y lo mira todo a contraluz a través de una piedra de amatista,

se entretiene desflecando el incómodo tapiz

que ha ido resumiendo en hilo el coloreado embuste de la vida,

nada hay que esperar de ese ojo de pintor

que lo ve todo con la frialdad de llama dibujada,

lo mismo ocurre con la noche que nació con nombre

y hoy nadie la recuerda.



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