martes, 14 de noviembre de 2023

Quedaba al otro lado de la división imaginaria que separaba los ambientes de aquellos pueblos enzarzados en disputas; un puente de piedra, estrecho y con unos ojos góticos que inspiraban temor señalaba el punto negro donde se habían cometido las atrocidades más celebradas del entorno; en la piedra del pretil podía leerse en caracteres nunca interpretados la gesta del pastor que atravesó con una ahijada al rey que le requisó el rebaño para alimentar a sus mesnadas en épocas de guerra

 





Cuando ya había prescindido de sus ojos 

Edipo adelantaba la hora de dormir,

pensaba que la soledad tiende a alargarse

si no hay un algodón que le detecte algún color

ya sea de suciedad o de rubores,

le decía a Ifigenia: no hagas ruido con los platos,

mejor fregar por la mañana cuando el temor ya se haya librado

de la infinita noche,

que el incienso de tu devoción no huela a nada,

en Tebas aún resuena el griterío de la gente,

nunca sabes si te siguen aclamando 

o si maldicen la tempestad de tu destino,

la misma fuerza demostraste para matar a un rey

que para violar el sueño de una madre.





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